Cuando exista una expresión que represente mejor que "hasta el coño" el sentimiento de estar hasta el coño, avisadme, y salvadme el glamour que hoy pierdo entre la eñe y demás teclas.
Intentando reflexionar sobre los estados anímicos, la depresión de los domingos, los problemas de comunicación, los estilos pasivo-agresivos y alguna que otra mierda que dice Bucay y Coehlo en fotomontajes de chicas mirando al vacío, me doy cuenta de que estar hasta el coño es un padrenuestro emocional. Será por ser mujer, por subnormal o autoexigente, será porque de pequeñas no nos dieron muchos besos, o porque lo que nos dieron fue una pedrada en el corazón, un día decidimos pensar que entender el por qué la gente hace lo que hace tiene más ventajas que inconvenientes. Y, ay almas de cántaro, AY.
Yo a veces rezo por que me amputen la empatía. Y poder mirar a los ojos a los mascotas sin dueño, enfadarme sin sentir culpa y al menos así poder identificar ese punto medio entre lo que necesito y lo que debería necesitar. Porque es que yo no me aclaro, no me encuentro. Y al final es a mí a la que no sé entender.
Y es que entender al otro a veces es más jodido que no entenderlo, aunque para escribir esto trate los preceptos de la inteligencia emocional como un calcetín sucio. Que me digan a mí y al overbooking de psicópatas en el mundo, por qué ellos y la gente egoísta al final se llevan el top 3 de éxitos laborales, satisfacción vital y el menor índice de estrés y cáncer. Y encima tienen el pelo bonito.
En serio, que me amputen la empatía. Porque entonces, encontrar el fundamento de mis necesidades será más fácil que lo que ahora para mí parece una jodida Gimkhana de la Once, cuya única compañía es de perros callejeros que te miran como niños de unicef y gente que hace el perro porque mover el rabito es mucho más fácil que ayudar a otros a levantarlo. Que me amputen la empatía, en fin.
Porque el puñetero drama de la sensibilidad, al final no es tener los días impares el corazón roto, sino aguantar con tu corazón roto esa mierda de entender al otro hasta el punto de culparte a ti misma por tener ganas de llorar. Menuda pequeña jodida mierda.